Durante mi trayecto por la Universidad, hice muchas cosas para saber a qué especialidad iba a dedicarme cuando terminara mi carrera. Fueron 5 años en los que viví muchas experiencias inolvidables, estudié modelaje, trabajé en una heladería de un Mall junto a uno de mis mejores amigos, pasé por la experiencia de ser asistente, trabajé en una empresa de maquinarias en el área de Marketing y a finales del 2018 decidí abrir mi propio negocio de detalles personalizados, ese fue mi inicio en este mundo de emprendimientos.
Hacer regalos siempre fue complicado para mí, no sabes qué regalar, no sabes dónde comprarlos o simplemente no tienes tiempo, es así que vi una buena oportunidad de negocio y sin pensarlo tanto decidí ponerlo en acción.
Sin embargo, ¿Cómo es que me lancé a una aventura así, si era algo que no me apasionaba completamente?
Pasaban los meses y para ser sincera, no era lo mío, no voy a negar que me fue bien, tuve una buena respuesta por parte de los clientes y gracias al apoyo de mi fiel compañera, mi hermana, los detalles quedaban perfectos. Pero la idea de tener un negocio es amar lo que haces y este no estaba siendo mi caso.
Seguía pasando el tiempo y yo buscaba algo que realmente me entusiasmara, pasaban muchas ideas por mi cabeza, sin embargo, aún no lograba elegir alguna. Y justo, en ese tiempo de incertidumbre, pasé por una decepción, ya saben, temas del amor, esos que duelen mucho. Es entonces que mis planes y proyectos quedaron en pausa por un tiempo…
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